Un país donde la gente debe comprar y tragar las palabras para poder hablar. Algunas tienen precios muy altos, otras son más baratas. La ilustración aporta el abanico de tiendas de adquisición de todos los tipos e intenciones. En el país de la gran fábrica hablar sale caro.

Un niño no tiene dinero y busca palabras en lugares de deshechos, o las atrapa durante las rebajas. Quizás no sean las palabras justas pero las puede enunciar con toda la emoción para hacerlas  llegar al corazón de alguien más.

Cereza. Polvo. Silla

¿Cuánto puede decir una entonación, un silencio, una mirada?

Pronunciar el amor no tiene nada que ver con comprar...